Todas las mujeres deberían tomar folatos
Los folatos son nutrientes ricos en ácido fólico
La espina bífida es uno de defectos del tubo neural (también conocido como DTN) que más suenan de oídas, y se desarrolla en las primeras cuatro semanas de embarazo (concretamente entre los días 21 y 27), cuando la columna vertebral del bebé, que debería cerrarse con normalidad, no llega a hacerlo completamente. Los defectos del tubo neural son la anomalía congénita más frecuente detrás de las cardiopatías congénitas, y afectan al cerebro y la médula, siempre relacionados con un fallo en la fusión del tubo neural: en el cerebro dan lugar a la anencefalia y encefalocele, ambas anomalías mortales para el bebé, y en la columna al síndrome de espina bífida.
Aunque no se conocen las causas de los defectos del tubo neural, sí que se ha establecido, desde décadas atrás, que el déficit de ácido fólico, especialmente antes y durante estas primeras cuatro semanas tan importantes, puede aumentar las posibilidades de que el bebé sufra alguno de los defectos congénitos asociados al DTN. Tanto es así que desde hace más de diez años, el Ministerio de Sanidad recomienda la ingesta de un suplemento de 0,4 mg de ácido fólico al día a las mujeres que estén planeando un embarazo, e incluso dosis más altas (hasta diez veces más) para las futuras mamás que presenten antecedes de DTN.
Pero, ¿hasta qué etapa del embarazo es recomendable consumir folatos? «Se debe empezar al menos un mes antes de la concepción, y mantenerse como mínimo hasta el final del primer trimestre», nos explica la doctora Nuria Izquierdo, ginecóloga de la Unidad de Alto Riesgo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. «La tendencia actual es mantenerlo durante todo el embarazo, sobre todo en casos de gemelos, enfermedades crónicas, vómitos de repetición o mala absorción de cualquier origen. La toma de ácido fólico debe ser diaria e ininterrumpida, porque no se almacena en el organismo«. Durante la gestación, nos explica la doctora, las necesidades de ácido fólico aumentan debido a la rápida división celular que tiene lugar en el feto: de ahí que la matemática de los folatos entre en juego desde mucho antes, si buscamos el embarazo, y se mantenga constante al menos en el primer trimestre.
El mayor riesgo, por tanto, lo presentarían los embarazos no planificados. «Dado que el tubo neural se cierra antes del día 28 de gestación, cuando a veces aún no se ha detectado el embarazo, la administración de suplementos de ácido fólico después del primer mes no sirve para prevenir defectos del tubo neural». La recomendación médica habitual (y más lógica) para todas las mujeres es la de aumentar el consumo de folatos en la dieta habitual.
Cómo incorporar folatos a la dieta
Los folatos son la forma natural de ácido fólico y están presente en los alimentos, especialmente los de origen vegetal. La doctora Izquierdo nos proporciona una lista con los mismos:
– Legumbres (lentejas, guisantes, habas, soja)
– Cereales integrales
– Vegetales de hoja verde (espinacas, escarola, coles, lechuga, espárrago…)
– Germen de trigo
– Levadura de cerveza
– Frutos secos
– Frutas (melón, plátano, naranja, aguacate…)
«Los folatos se encuentran también en alimentos de origen animal, como el hígado de ternera, el pollo, la leche y derivados, pero en menor proporción». Además, se sabe que «la cocción y almacenamiento a temperatura ambiente pueden destruir hasta un 40% del folato contenido en los alimentos. Una dieta apropiada puede aportar alrededor de 0,25 mg al día de folatos, por lo que es imprescindible incluir suplementos de ácido fólico», especialmente en los casos que mencionábamos antes. Junto a los folatos presentes en los alimentos y los suplementos de ácido fólico, existe una tercera manera de incrementar la vitamina B9 en la dieta y es mediante los alimentos fortificados con ácido fólico, que siguen la misma fórmula que otros alimentos con aportes artificiales de calcio u otras vitaminas. «Se encuentran principalmente en los cereales del desayuno, pan, tostadas, pasta, harina, arroz… Es importante consultar la etiqueta del envase de los alimentos enriquecidos para saber qué cantidad contienen».
¿Cuál es el riesgo real que presentan los DTN para los bebés?
Las cifras relacionadas con el estudio del nivel de ácido fólico y los defectos del tubo neural apuntan a que es posible reducir en hasta un 70% el riesgo de que el feto presente estos defectos, si consumimos la cantidad adcuada de folatos. «En el año 2005 (cuatro después de la recomendación emitida por el Ministerio de Sanidad), la frecuencia comunicada en nuestro país fue del 0,2 por mil», puntualiza la doctora Izquierdo. Es decir, 2 bebés por cada diez mil nacimientos, una cifra más baja que a mediados de los años 90, cuando la media se establecía en un 0,35 por mil.
El problema, incluso si llevamos una dieta con un nivel adecuado de vitamina B9, es que la absorción correcta de ácido fólico no debe darse siempre por sentada. De hecho, un elevado porcentaje de mujeres presenta una mutación genética o polimorfismo que impide que el ácido fólico, incluso el de los suplementos, se absorba con normalidad por el organismo. La doctora nos lo explica con palabras más técnicas: «la enzima MTHFRpuede presentar dos tipos de polimorfismos: uno disminuye la actividad de la propia enzima en un 75%, y el otro en un 40%». En total, estas mutaciones afectan a la mitad de las mujeres españolas, que presentan una actividad reducida de esta enzima a uno u otro nivel. «Las portadoras con problemas de absorción pueden beneficiarse mejor del metafolín (la forma activa del folato), en lugar del acido fólico». Este tipo de polimorfismono se detecta, además, con ningún test de rutina. «Si hay pacientes que tienen abortos de repetición, o presentan antecedentes de defecto del tubo neural, es cuando se solicita y se realiza un estudio para saber si la mujer es portadora de un polimorfismo. Pero no se pide de forma rutinaria, no hay prueba de screening«.
fuente: http://www.hola.com/ninos/2015110381887/acido-folico-embarazo/
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