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El destino de los embriones congelados

Anne Lyerly, ginecóloga y eticista de la universidad de Duke en Estados Unidos, publicó el pasado jueves en la revista Fertility & Sterility, los resultados de un estudio realizado en 9 centros dedicados a procesos de fertilización in vitro (FIV), con un total de 1020 pacientes.

Es el estudio más grande hecho hasta el momento en esa área y tiene como objetivo establecer la posición de las pacientes sobre el destino de los embriones congelados, sobrantes del proceso. A las pacientes se les envió un cuestionario, confidencial y con preguntas seleccionadas por estudios previos. Las 5 opciones ofrecidas como destino para los embriones congelados fueron:

1. Guardarlos para futuros intentos de tener un hijo.
2. Descongelar y descartar los embriones.
3. Donarlos a otra pareja en proceso para tener un hijo in vitro.
4. Mantener los embriones congelados para siempre.
5. Donarlos para investigación.

Los resultados presentados por el grupo de Lyerly revelan las diversas posturas y las incertidumbres de las pacientes y sus parejas y se publica justo ahora que varios estados en Estados Unidos, legislan rápidamente para conferirle al embrión estatus de “persona” y considerar, por lo mismo, a los embriones no reclamados, “huérfanos” que podrán ser adoptados. En ese país ya casi se llega al medio millón de embriones en los congeladores de instituciones y laboratorios, resultado de la producción excesiva para asegurar el éxito del proceso.

Estudios previos han mostrado que las parejas, ya con un hijo producto de la FIV, no tienen muy claro qué hacer con los embriones restantes, a tal punto que un 70% dilata la toma de esa decisión por más de 5 años, así tenga que pagar por mantener los embriones congelados. La misma tendencia es evidente en la investigación de Lyerly.

En lo referente a las respuestas a las 5 preguntas y considerando sólo los casos en los que ya exista una progenie, lo que revela el estudio es que persiste una enorme indecisión al momento de tomar una postura definida frente al destino de los embriones congelados, salvo en el caso de destinarlos a la investigación, donde el 20% de las pacientes definen que prefieren donar sus embriones a un laboratorio a cambio de destruirlos. El resto de pacientes, y como una manera de alargar el momento de decidir qué hacer con los embriones suplementarios, prefieren mantenerlos congelados hasta que “todo sea más claro en mi cabeza”, según declaraciones de una de ellas.

Gran parte del problema en la indecisión de las pacientes para definir el destino de sus embriones está, según Lyerly, en que los centros de FIV no les proporcionan la información adecuada antes de iniciar los procesos. La autora propone en sus conclusiones, mejorar esa deficiencia y ofrecer a las parejas, de acuerdo a sus posturas religiosas, las mejores posibilidades.

Como ya es sabido, y como se ha contado en esta bitácora, los embriones sobrantes de la FIV son un material precioso para los investigadores del campo de las células madre. Proporcionan células que se pueden convertir en cualquier uno de los casi 200 tipos celulares que tiene el organismo humano y en el futuro ser usadas en procesos terapéuticos. La técnica es complejísima y está en sus comienzos. La complejidad viene de la misma naturaleza, fisiología y desarrollo celulares, y el que esté apenas en sus inicios, en parte se debe a la prohibición unilateral y autoritaria del gobierno de Bush.

Cuando Leary considera la donación para investigación, se tropieza con la prohibición del actual gobierno para tocar un embrión y destinarlo a estudio en el laboratorio, además de lo delicado que resulta tratar el tema con las pacientes.

Esta situación no va a durar mucho tiempo y ya pronto se tendrá la revocación del veto con el próximo gobierno (ver Obama y la Ciencia en esta bitácora).

Las investigaciones con células madre se han visto rodeadas de una expectativa que sobrepasa la de muchas otras áreas en la biología celular, entre otras cosas porque la prohibición misma ha hecho que los pocos laboratorios que pueden trabajar con ellas tengan un nivel de exigencia extremo para producir resultados. Como sabemos, nada en ciencia sucede de la noche a la mañana y mientras más laboratorios y más científicos estén dedicados a una tarea, más controversia, más cooperación, y más desarrollo habrá.

Con las puertas abiertas para usar embriones en trabajos que permitirán no solamente tener información sobre problemas fundamentales de la biología del desarrollo, sino también obtener células que ayudarán a restaurar daños en corazones lesionados, en cerebros atacados por derrames, en la diabetes, en los males de Parkinson y tantas otras dolencias, los casi medio millón de embriones congelados son un material precioso.

Habida cuenta de la intervención de la iglesia católica para que el embrión descongelado se implante en la mujer en un momento de su ciclo cuando no tiene probabilidad alguna de éxito reproductivo y así se “elimine naturalmente”, el sugerir a las parejas que usan la FIV, como un gesto generoso, la donación de sus embriones sobrantes para la ciencia, podría ser una buena alternativa.

Fuente: Cierta Ciencia

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